La primera impresión que me causo Túnez al llegar, aparte de su sofocante y húmedo calor, fue la tranquilidad de su aeropuerto, más tras el caos de Barajas que habíamos sufrido en nuestras propias carnes. El tráfico de aviones y de gente era casi "inexistente" por llamarlo de alguna manera. Pasamos los controles y nuestro guia Borguian (espero escribirlo correctamente) nos da la bienvenida en la recepción de visitantes del Tunis Carthage Aeroport.
Tras colocarnos con nuestro grupo, subimos al autobús, saludamos al chófer de nuestra viaje e iniciamos la marcha, destino; Hammamet. Por el camino alguna imagen poco interesante y las primeras impresiones de un lugar que daba la sensació
n de estar a medio construir.
Lo curioso del camino al hotel, fue el comprobar que en la autovía por la que discurríamos no había un sólo metro de valla recto. Las líneas de la calzada tampoco tenían pinta de haberse pintado con regla y se asemejaban más a una serpenteante línea.
El tráfico es un caos y la gente no respeta la más mínima regla.