jueves, 10 de septiembre de 2009

Diario de Viaje - Túnez -Día 1- Miércoles 2 de Septiembre de 2009

Nuestro primer día en Túnez comienza a primera hora del día con un ya sofocante calor al abandonar la pequeña nevera en que se había convertido nuestro cuarto, tras tener el aire acondicionado toda la noche a la máxima potencia para poder contener el abafante bochorno nocturno. Subimos al autobús destino a la antigua y esplendorosa ciudad de Cartago, de la que solo unas pequeñas ruinas dan muestra de lo que en su día fue. Lo mejor conservado son las ruinas de sus explendorosos baños, a los cuáles pertenece la foto.

Tras la visita a Cartago, nos dirijimos con muchísimo calor a la cercana y curiosa villa de Sidi Bu Said. Situada en una colina, la pequeña localidad está pintada en blanco y azul (antigüamente en blanco y verde, pero por una iniciativa paso a ser blanco y azul), es un lugar de referencia turístico y lugar de residencia de artistas. Nuestra primera imagen del sitio es un poco agobiante. Los turistas de los varios cruceros atracados en el puerto de Cartago, colapsan el pequeño y precioso pueblo.

En la población y desde un lugar realmente único disfrute de el mejor Té de mi vida. No sólo por su gran sabor y su acompañamiento de exquisitos piñones, sino por la irrepetible imagen que tenía de Túnez desde allí. Una foto que me ha enamorado.

El té me da la vida. Una botella de litro y medio de agua lo complementa. Agua que escasa en esta latitud escasea. Se protege, se almacena y se reparte a cuentagotas. He perdido la cuenta de la cantidad de litros que me he tomado en mi estancia en Tunis. Que diferencia con mi madre patria gallega.
Cambiando el tema y a lo que íbamos. Tras la visita a Sidi, un pequeño rodeo para visitar ciertos puntos de la ciudad de Túnez. Siguiente parada; Museo del Bardo. Como no, ¿primera impresión? Un edificio totalmente ruinoso y en obras. Además, tengo los pies destrozados, un pequeño incidente en la habitación del hotel y los posteriores roces del calzado me están pasando factura-. Primera impresión, porque nada más entrar, y tras el riguroso Dinar Tunecino para el derecho a fotos, me quedo totalmente impresionado.
Dentro del museo, me encontré con mosaicos que siempre había visto en los libros de historia, pero lo que más me llamó la atención fueron sus techos. Realmente bellos.
Tras las visitas matutinas y la correspondiente comida ya en un restaurante del centro de la capital, tocó paseo por el Zoco entre la multitud de gente local y visitante.

Pero de todo el Zoco, me quedo con la imagen que pude tomar al fondo del mismo.
Niños buscando refresco al tremendo calor del día.
Y por supuesto, en blanco y negro.

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