jueves, 29 de octubre de 2009

Cuando la naturaleza es caprichosa

Y hace que tú quieras serlo.
Una buena tarde de verano, en un lugar del que no quiero acordarme, o mejor dicho prefiero no acordarme para preservar su intimidad; se topó mi vida con la de un pequeño ser. Un ser que llamaba mi atención con sus llamativos colores, con su rápido volar y con sus paradas de rama en rama. Si la curiosidad no me matase, no intetaría retratarle. Si la curiosidad no me matase, no perdería el tiempo tras él. Si la curiosidad no me matase, no sería curioso.

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